Carta de Albert Boadella a Víctor Álvaro director de “Ubuadella”

El día 10 de enero sucedió por vez primera en un teatro de Barcelona un hecho que considero inconcebible hasta el momento. Bajo el encubrimiento de un coloquio escénico, posterior a la obra Ubuadella, se realizó una sesión directamente inspirada en la telebasuraEl artificio corrió a cargo del director de la obra Víctor Álvaro acompañado de Arnau Vilardebó que había participado como actor en Els Joglars desde 1976 hasta 1978 y Andreu Solsona que lo hizo desde 1972 a 1978.

Es de suponer que el anuncio del debate pasaba por dialogar sobre la obra pero desde el comienzo se orientó exclusivamente como juicio inculpatorio hacia mi actitud personal, cívica y artística, incluyendo también a mi propia esposa. Lo que dio lugar a entrar en detalles íntimos para ser divulgados como carnaza al auditorio. Un juicio al estilo telebasura realizado ante un grupo de asistentes entre los que estaba un buen amigo que tuvo la gentileza de proporcionarme el audio con el contenido de la sesión. Ello me ha permitido conocer las falsedades, menosprecios e insultos que me dedicaron, no solo a mí, sino a lo que ha representado el trabajo de una compañía de 54 años con una trayectoria única e insólita en Europa.

Es evidente que en los últimos tiempos puedo esperar de Cataluña toda clase de disparates y vilezas por parte de las administraciones políticas y el consiguiente vasallaje de los medios que en este caso también han estado a la altura. Lo que ha sucedido alrededor de Ubuadella demuestra hasta donde ha llegado la expansión de esta demencia generalizada, capaz de contar con el colaboracionismo de mi propio gremio en la deriva moral y cívica de una sociedad. Un gremio que en Cataluña ha perdido la dignidad y la tradición de enfrentarse al poderoso o al menos servir al pensamiento libre e independiente. En definitiva, el teatro ha dejado de ser allí un arte a contracorriente.

Como director del invento, Víctor Álvaro, tú eres un producto congénito de este degradado contexto actuando como tonto útil y creyendo realizar una originalidad. Con ello, sirves a lo más execrable de una sociedad sumisamente adoctrinada. Bajo el pretexto de hacer una bufonada contra un supuesto bufón, o sea, un servidor, intentas trazar paralelismos sobre mi vida y la de mi propia esposa con los déspotas y abominables personajes del padre y la madre Ubu. Colocarnos en la misma tesitura de Ubu-Pujol-Marta, aunque sea como metáfora, solo puede hacerlo un ignorante o un miserable al que le duele la exposición pública de las sinvergüencerías de ex president y familia. Obviamente, para un aprovechado como tú parece como si todo esto no hubiera existido, pues no te importa eludir cínicamente el hecho fundamental del tema. Y este hecho es que mientras yo hice el Ubu enfrentándome al poder y las mitologías de la mayoría ganadora, tú lo haces amparado en el clima de aversión dominante en Cataluña hacía mi persona y así te sitúas del lado de quienes dominan el cotarro. Los mismos que entonces encumbraron al gran sinvergüenza. Crees que la operación te aportará ventajas. Te vales de mi nombre para llamar la atención de los medios, y a través del morbo, obtener la publicidad gratuita. Pero ni aún así consigues atraer al público en un minúsculo local. Teniéndolo todo a tu favor, no eres capaz de llenar un tercio del aforo ¿Por qué? Muy sencillo. Además de no saber rentabilizar la falta de escrúpulos no sabes nada de teatro. Hay que ser inepto para intentar encajar un artista en la persona de Ubu, y no solo eso, sino que insistes en el tema poniendo como la madre Ubu a otra artista. Colocas en el vil personaje a mi esposa pintora que jamás ha tenido protagonismo público alguno, y por tanto, es totalmente desconocida de cualquier espectador. La madre Ubu que yo retraté era la famosa, la poderosa, la moralista, la intocable, la que viajaba a Andorra con el coche oficial y los millones de las corruptelas. Aprende chaval. Desde hace milenios esto es el teatro. Nadie con un mínimo sentido de la escena comete un error parecido. Nadie con un mínimo sentido de la dignidad construye una obra con un contenido semejante al tuyo. Para un fracaso de esta naturaleza no era necesario emplear tanta mezquindad, yo te hubiera proporcionado mil ideas para ponerme a parir con arte. Eso sí que me hubiera encantado. Poseo un alto sentido publicitario.

La vida de cualquier ciudadano puede convertirse en materia escénica al margen de ser lícito, justificado o injustificado. Nadie está libre de ello. Pero el talento es precisamente saber escoger. Sobre mi vida se pueden hacer maravillas. Tienes contradicciones, arte, putadas, aventuras, juicios, exilios, enemigos, lealtades y traiciones, triunfos y fracasos públicos, pero como bien te decía Fernando Savater en El País, para ello hay que ser Quevedo, y no es el caso. Porque tu intención no es la del artista, es la de un listillo sin el mínimo recato. Los hechos son claros. Un comediante hostigando a otro comediante porque este es el detestado del régimen catalán debido a su actitud política. No obstante, el listillo realiza el hostigamiento con disimulo. En la obra y en las declaraciones. La puntita nada más. En este sentido, tu proceder es el de un perfecto cobarde. Ni te atreves a emplear a fondo la mala uva y la crueldad porque está claro que para obrar así hay que tener agallas, perversidad, astucia y sobretodo oficio. Tu pusilanimidad la encubres con argumentos falaces para los corifeos nacionalistas que te rodean. El bufón de Doña Esperanza, Libres e Iguanas y bla, bla, bla… Todo entre líneas para la secta. Y la secta entiende esas cosas. Claro que las entiende. Entiende tan bien la ignominia que me insulta cuando me reconoce por la calle. Sin embargo, con esta secta tienes un problema. Es una morralla cuya afición no es precisamente la afición al teatro sino jalear el odio en la red o en manada. Y así te encuentras. No puedes rentabilizar el interés teatral de la morralla. Eres un farsante sin audiencia.

Afirmas en los medios que no haces política ¡Manda huevos! Una obra sobre el Boadella en Cataluña y no es política. Ya me contarás como se consigue semejante proeza. Claro que tú vas de bueno y de buen rollo. Dices que solo deseas ponerme a prueba explicando que no se puede cabrear quien se ha reído de todo y que habrá que ver si soy capaz de programarte en los Teatros del Canal. No lo disfraces Víctor Álvaro. Lo que intentas es apuntarte el tanto castigándome públicamente por la repercusión nacional que ha obtenido nuestro Ubu, el cual hasta propio Pujol sigue publicitando. Intentas castigarme ante el auditorio nacionalista por mi protagonismo en la lucha contra la secesión. Entre el juego de disimulos tienes además el tupé de pregonar que tu obra ha sido trabajada con el mismo procedimiento de Els Joglars ¡Gran admirador de Joglars! Por aquí no paso.

¿Pero tú sabes lo que dices? Los Joglars que ignoras (pues para ti parece que solo cuentan hasta el 78) son una compañía impresionante ¿Pero de qué procedimiento hablas si no tienes ni puta idea de cómo hemos trabajado? ¿Es por qué has leído dos páginas? ¿Por qué te han contado dos rencorosos fracasados como se trabajaba antes del 78? Los Joglars que ignoras expresamente, han removido y alegrado la vida a millones de espectadores. Lo han hecho con obras ensayadas durante miles de horas donde todo ha sido estudiado minuciosamente con orden y disciplina ejemplares. Un trabajo valiente de una enorme complejidad colectiva que ha creado un sinfín de estudios, libros y tesis internacionales. Una compañía que ha levantado el público en los mejores escenarios del mundo. Una compañía de gente feliz tal como me gusta trabajar. Han sido y son actores excepcionales, y algunos, como el caso de Ramón Fontseré, a quien humilláis en la obra, se cuentan entre los grandes de España

¿Y cómo crees que se ha conseguido esto? ¿Con esa gansada del teatro colectivo que vas pregonando? Déjate de sandeces. Entérate de una vez que el teatro es siempre un arte colectivo. Todos participan en su medida y saber. No he hecho otra cosa en la vida. Lo que tú intentas vender es una especie de ONG en la que cada actor pone su trocito en la pieza y el director es un administrador de las distintas porciones de propiedad en vistas al buen rollo general. Eso, para adolescentes del oficio (yo también lo fui) digamos que les anima a participar en un grupo de coleguis donde se simula que todo es de todos, pero a tu edad esos infantilismos solo conducen a la insignificancia.

No irás a comparar una jazz session en la que cada cual pone lo suyo según le suena, con la Vª sinfonía de Beethoven donde cada uno pone exactamente lo que hay que poner en su preciso momento. No creerás que Hamlet se hizo con actores que según su ocurrencia improvisaban un fantasma para ver qué efecto provocaba.

Yo sí puedo hablar del teatro como arte del actor. Tanto, que mis obras hubieran sido distintas con otros actores. Nadie en este país ha dado una relevancia semejante a la actuación.

En la sesión de telebasura que organizaste hablasteis largamente de La Torna para demostrar que estaba hecha a partes iguales. Como si fuera un partido de futbol. Se intentaba presentarme como igual a Vilardebó o Solsona. Y no es así. Ciertamente, La Torna hubiera sido distinta con otros actores pero ellos sin mí no la hubieran hecho jamás y esta diferencia es fundamental para entender lo que sucedió entonces y lo que ha sucedido después.

Te has buscado como asesores sobre el “Boadella” a dos caballeros que profesionalmente no son nada. Unos pobres fracasados. Tenías la posibilidad de hacerlo con decenas de magníficos artistas que han participado en los mejores espectáculos de Joglars. Algunos de ellos han permanecido más de treinta años trabajando conmigo pero sabías perfectamente lo que te convenía. Es obvio que a lo largo de 50 años uno se encuentra de todo. La mayoría, gente de talento con la que nos guardamos admiración mutua, pero también sería insólito que no apareciera una mínima proporcionalidad de frustración ¡Qué casualidad! Tú la has encontrado y tal como hacen los realizadores de telebasura se trata de aprovecharlo. Les incitaste a vomitar su resentimiento en público.

En esta sesión, al margen del tonillo de menosprecio mientras se hablaba de mí (que era siempre) se difundieron mentiras con total desfachatez. Cierto que cuando se desciende a defenderse frente a la mezquindad y la bajeza, es difícil no contaminarse en la mugre que envuelve estas cosas. Me expongo a ello. Lo hago señalando solo tres embustes entre otros, para mostrar como un resentimiento enquistado tanto tiempo, convierte en seres patéticos unos actores que tuvieron su único momento de gloria hace ¡38 años! Vamos allá.

Después de minimizar con cierto desdén el riesgo de mi fuga, como si fuera algo corriente y a diario, Vilardebó se otorgó la autoría de su organización. Totalmente falso. La fuga fue organizada por tres mujeres, entre ellas la mía. A Vilardebó se le dio una sola instrucción porque no nos fiábamos. A pesar del secreto que exigí, dos días antes una actriz de la compañía había informado a Tarradellas que yo pensaba fugarme. No cuesta imaginarse el riesgo de tal insensata frivolidad. Según el plan, Vilardebó estaría en la sala de espera del 5º piso y cuando yo apareciera iría por delante en la escalera a una distancia suficiente en la cual pudiera avisarme si había policías en los pisos inferiores. Tenía que hacerlo poniéndose la mano en la nuca. Así se hizo. No sabía nada más. Ni quien me recogía en la calle ni donde me escondí. Ni lo que hice antes.

Otra. Se cita la masía La Casa Nova como la casa de la compañía. Falso. Esta era mi casa. Lo fue durante 20 años. Estaba alquilada y restaurada con mi dinero. En ella acogí provisionalmente algunos miembros de la compañía. Vivieron allí durante tres meses en los yo que estaba con mi mujer y su hijo. Ella les hacía la comida y les lavaba la ropa. Obviamente, pedí que en razón de nuestra intimidad y del trabajo que le suponía a mi mujer, encontraran otro lugar pues no había problema ya que ganaban un sueldo más que suficiente para cubrir esta necesidad. Pregonar públicamente que los eché y además que lo hice porque estaba “encoñado” de mi “amante” da la medida de estos tertulianos de plató basura.

Otra. Para añadir mierda al objetivo de la sesión, Andreu Solsona, especialista en estas lides, se dedica a desgranar detalles íntimos en la forma como conocí a la que hoy es mi esposa y madre de mis hijos. Y yo me pregunto ¿Víctor Álvaro, como puedes consentir que en un coloquio público sobre teatro aparezcan esta clase de mezquindades sobre un colega? Intuyo el porqué. Eres de la misma ralea.

Un miserable, que para justificar su acción, tiene que ir pregonando además que he “bajado” mucho como director y dramaturgo. Aunque no precisas desde cuando, sí que lo haces utilizando los mismos argumentos que las huestes del nacionalismo “Boadella se fue porque sus obras ya no interesaban” O sea, con El Retablo de las Maravillas llenamos la temporada en el LLiure. Cuando justo después me comprometo con Ciutadans se acaba la contratación en Cataluña. Sin embargo, En un lugar de Manhattan tiene un éxito espectacular en su gira por España ¿Cómo te lo explicas? Solo te falta decir que es porque allí son más ignorantes. En esta “bajada” supongo que incluyes “Una noche en el Canal” “Amadeu” “Don Carlo” “El Pimiento Verdi” que acaba de hacer tres meses en el San Martín de Buenos Aires… No importa que no lo hayas visto. Lo que importa es repetir las consignas del régimen que para eso pagamos las escorias de TV3 y el resto de medios del aparato mafioso. Todo tenía que coincidir. Soy antinacionalista, véase un artista flojito desde mi corte de mangas. Trabajo en Madrid ¡La que faltaba! Y además he organizado el más importante teatro de España en cuanto a número y calidad de la programación. Con un público numeroso y entusiasta. Para vosotros ¡caverna!

Ahora puedes seguir diciendo que “Cuando al Boadella se le calienta la boca…” Tienes toda la razón. A mí se me calientan las cosas. No soporto a tibios y timoratos y mucho menos los que van de buenos como el caso que nos ocupa. Me apasiona comprometerme con todo el riesgo que pueda suponer. Incluso me apasiona el riesgo de equivocarme, pero siempre doy la cara en la escena y fuera de ella. Para crear una obra decente, lo primero que deberías aprender es que se te calentara alguna cosa. A partir de aquí quizás empezarías a vislumbrar de qué va eso del teatro.

“El Boadella es un cerdo que como más mierda le tiras más se engorda” Este insulto proferido en vuestra sesión de telebasura es la única cosa sensata y ajustada a razón que se manifestó. Es cierto. Cuando un mierda me lanza sus inmundicias siempre he salido ganando. Debo mucho a los mierdas. O sea, aprende chaval, que no me llegarás ni al tobillo. Ni en arte ni en coraje. Aunque admito que tales aseveraciones forman parte de mi gusto por el riesgo. Tal como funciona tu región, no sería disparatado vaticinar que ascendieras muy pronto a genio nacional.

0 0 0 0
Loading...

SOBRE Joglars

Companyia de teatre fundada l'any 1962 per Albert Boadella, Carlota Soldevila i Anton Font.