Estrenado el día 9 de noviembre de 1989 en el Teatro Municipal de Girona.
Se representó hasta el 3 de febrero de 1991.
Columbi lapsus, “el lapsus de la paloma” es una clara referencia a la frase pronunciada por el cardenal Marcinkus el día que escogieron Papa a Juan Pablo I: “El palomo perseguía a las palomitas de la Plaza de San Pedro.”
El espectáculo de un lado sigue el argumento del “Barbero de Sevilla”, conocido por todo el mundo, y por otro lado explica una historia cortesana, la de la Curia Vaticana, en un periodo de referencia que va desde la elección del Papa Juan Pablo I hasta su muerte, 33 días después.
Gioacchino Rossini creador de músicas airosas, sentimentales, emotivas y profundas estrenó en el año 1816 su ópera Il Barbiere di Siviglia, basada en la obra de Beaumarchais.
La mayoría de gente desconoce que Rossini también compuso esta ópera para que, en el año 1989, una cuadrilla de actores catalanes la aprovechasen para una historia diferente, más apropiada, quizás, a los acontecimientos de la época.
Al igual que todo creador, el genial compositor sabía que una gran obra es un patrimonio de la humanidad, para que ésta la aproveche, la viole, la prostituya o le dé, cuando sea conveniente, un sentido diferente. Esto lo practicó el mismo Rossini violando a su vez Il barbiere, de G. Passiello, compuesto con anterioridad al suyo.
No ha quedado constancia sin embargo de lo que Rossini pensaba sobre la Mafia, la Banca Vaticana, la Teología de la liberación o el Papa-móvil, pero es fácil constatar su conocimento de la intriga, la calumnia, la traición y el asesinato, ya que lo musicó magistralmente, sin la clásica morbosidad trágica y grandilocuente. Por el contrario, lo describió con una gran ironía, sutileza y sentido del humor.
Columbi Lapsus ha tratado simplemente de seguir la partitura que Rossini nos dejó.
(Los hechos que se desarrollan a lo largo de la obra son casi todos reales, y los que no lo son, seguro que la realidad los supera.)
Albert Boadella
Eduard Fernández
Ramon Fontserè
Jordi Purtí
Jesús Agelet
Josep M. Fontserè
Joan Serrats
Pilar Sáenz
Xevi Vilà
Montse Pérez
Autoría, dirección y espacio escénico: Albert BOADELLA
Ayudante de dirección: Lluís ELIAS
Regidoría: Josep M. FONTSERÈ
Espacio escénico: DINO IBÁÑEZ
Decoración: Xavier BULBENA
Figurines: Dolors CAMINAL
Iluminación: Lluís NAVARRO
Sonido: Jordi COSTA
Danza: Anna BRIANSÓ
El Mundo. Javier Villán
Els Joglars basan la naturaleza teatral de su espectáculo en las posibilidades
multiformes de un espcio único y en la capacidad de desdoblamiento y
transformación, casi inagotable, de los actores. En Columbi lapsus son
inseparables los conceptos de espacio y de actor como instrumento u objeto que
fija y determina aquél. Desparece la escena como realidad acotada e inmóvil.
Son los movimientos de los actores los que sin cesar inventan el espacio y le dan
forma. Un gesto vale más que mil decorados en esta concepción escénica de
economía hornamental.
El Periódico. Gonzalo Pérez de Olaguer
Columbi lapsus tiene una entidad dramática que significa una excelente
aportación de Els Joglars, que concretan algunas imágenes difíciles de olvidar;
como la escena coreográfica de los guardaespaldas del Papa, o la del Albísimo
disfrazado de fontanero deambulando por estancias para él desconocidas del
Vaticano, o esa otra en que se entretiene haciendo pompas de jabón mientras la
conspiración le va cercando inexorablemente.
Boadella consigue que el reparto alcance unos niveles de calidad, eficacia y
precisión difíciles de superar. Todos están extraordinariamente bien, pero
Ramon Fontserè en su doble interpretación de Juan Pablo I y del cardenal
Marzinkus justifica por sí solo ver Columbi lapsus.
La Vanguardia. Joan-Anton Benach
Pienso que es una de las creaciones de Els Joglars que reúne mayor dosis de
precisión y pulcritud interpretativas.
Egin. Carlos Gil
Los personajes hablan en una extraña jerga, un cruce de italiano y castellano
que ayuda indudablemente a conferirle valores teatrales específicos ya que
muchas de esas expresiones producen efecto inmediato en los espectadores que
contemplan las acciones que transcurren en un espacio abierto, limpio, con
estilizados elementos de ayuda escenográfica y una iluminación francamente
significativa. La complejidad del espacio sonora es otro de los puntos
sustanciales a destacar. El resultado es un espectáculo de marca, con todas las
características de las propuestas activas de estos juglares del segundo milenio
que echan una mirada sarcástica a su sociedad, encarnada en esta ocasión en la
jerarquía católica.
El Norte de Castilla. Fernando Herrero
Una lección de profesionalidad, palabra que se emplea con ligereza.
Profesionalidad es la de unos actores con perfecto dominio de la expresión
corporal, de la voz, de la polivalencia formal en la incorporación de personajes,
en la consecución de los gestos precisos. Profesionalidad es la de la medida
dirección, la extraordinaria utilización de un espacio imaginario.
Profesionalidad es la de los técnicos de luz, de la fenomenal calidad de la banda
sonora, de la integración de los micrófonos inalámbricos que sólo así tiene
sentido. Profesionalidad es la que se demuestra en la creación de un espectáculo
rico en una escenografía simplísima y sugerente a la vez. En fin algo no
demasiado fácil de conseguir en estos pagos y que demuestra el trabajo enorme
que hay detrás. Se podrá discrepar de la estética actual de Els Joglars, pero no
de su rigor a la hora de presentarse en el escenario.
Quiero destacar la extraordinaria labor de un actor, entre otros igualmente
magníficos, Ramon Fontserè, que en su doblete Albissimo-Negrissomo llega a
muy altas cotas. Els Joglars, esta vez con una mayor decantación y para mí con
una mayor y mejor teatralidad.
El Sol. Mauro Armiño
Boadella tiene suficiente dominio de los recursos teatrales como para no tener
que recurrir a la provocación directa; el espectáculo, medido, ajustado, elegante,
perfecto en casi su totalidad, no la necesitaba, ni necesita la ira que otras piezas
han suscitado desde los púlpitos, para atraer espectadores. Pocas veces se ve en
nuestras tablas una función con más méritos.
Entrevista a Ramon Fontserè, actor de Els Joglars
El Correo Español - El Pueblo Vasco 18 demarzo 1990 por G. Carrera
HAY CURAS QUE VIENEN A VERNOS
El actor Ramon Fontserè encarna a los dos personajes claves de la última obra
de Els Joglars, Columbi lapsus, el Albissimo Master -Juan Pablo I, el Papa
breve- y al honorable Cinkus -el cardenal Marcinkus- con la que la compañía
catalana entra en el Vaticano y en los terrenos de la especulación histórica. Es
un "joglar" de las últimas hornadas, pero ya ha tenido que prestar declaración
por varias querellas contra la compañía. Una de ellas iba contra el personaje que
representaba en Virtuosos de Fontainebleau, un tal Michel de Valmeneir.
También hay curas que vienen a vernos. De todo hay en la viña del Señor, dice.
Boadella le debió escoger para su compañía entre varios aspirantes, hace 7 años,
porque prometía, no juraba. Hoy sigue ahí, es buen actor, destaca en Columbi
lapsus, la obra que Els Joglars representa en el Arriaga hasta el día 20. Aparenta
treinta y tantos años y borda sus dos personajes, bastante mayores. Me llamo
Fontserè, que quiere decir fuente de agua pura y cristalina. Es bastante fuerte.
En Cataluña hay muchos apellidos que quieren decir algo, normalmente se
refieren a oficios, pero el mío es como ecológico, je, je.
¿Se siente cómodo con él?
Sí. Sí, sí. Somos pocos, además.
Encarna usted al Albissimo Master y al honorable Cinkus, dos
personajes presentados como antagónicos, el cielo y el infierno,
usted debe tener la clave de lo que ha querido hacer Boadella en
Columbi lapsus.
- A veces todos somos un poco malos. Lo que se ha querido presentar es eso: el
bien y el mal en una misma persona, esa dualidad que existe en todos. Es uno
delosmuchos matices de la obra.
¿Usted también lleva dos personas dentro?
A veces me parece que llevo 40.000. Siempre que he intentado comprenderme a
mí mismo sólo he llegado a la conclusión de que soy un desastre, je, je.
¿Salió "rebotado" de algún colegio religioso?
Sí. Yo he estado en los Hermanos de La Salle. Tenías una cartulina con cupones
que te iban sacando cada vez que llegabas tarde a así. Yo siempre llegaba al
mínimo de cupones. Después había una mafia; los buenos luego vendían
cupones y se pagaba, ¡eh!: una bolsa de pipas, una coca cola...
¿Hay más casos como el suyo dentro de Els Joglars?
Albert había sido monaguillo y hubo gente que pasó por Els Joglars que también
había salido rebotada de colegios. La mayoría ha tenido una educación religiosa
y quien más, quien menos ha salido rebotado.
Con Columbi lapsus no se han topado con la Iglesia, ¿lo echan en
falta?
Hombre, sí, un poco, porque, por ejemplo, con Teledeum nos hicieron una
propaganda gratuita enorme, que nos salió supergratis. Creo que aquí no
tendrán que decir mucho, porque el Albino Luciani se presenta como una
persona excelente. Con Teledeum creo que se molestaron porque tocábamos el
rito, que continúa siendo una cosa muy importante, pero a nosotros nos fue de
perlas.
¿Usted declaró por causa de alguna querella?
Sí, sí. He declarado en Teledeum y en Virtuosos.
¿Algo interesante?
Sí. Los textos de las querellas son auténticas obras literarias del Siglo de Oro
español; una cosa que no entiende nadie. En una ocasión, con Virtuosos de
Fontainebleau, el texto de una querella era contra los personajes. Yo hacía de
Michel de Valmenier y no buscaban a Ramon Fontserè, el actor, buscaban a
Michel de Valmenier. Tenían un desconocimiento total.
¿Algún religioso no se ha perdido ni uno sólo de sus montajes?
Los monjes de Montserrat fueron a ver Teledeum y se partieron de risa. Hemos
recibido cartas de sacerdotes que han encontrado bien Columbi lapsus y, sí,
tengo amigos que son curas y que no se han perdido ni una sola de nuestras
obras. Otros hacen críticas adversas. De todo hay en la viña del Señor.
¿Han repasado su educación religiosa o leído alguna novela para el
montaje de Columbi lapsus?
Sólo nos hemos documentado en el tema de Luciani, desde su elección hasta su
muerte, porque fueron 33 días muy intensos y se ha escrito mucho. Hemos
hablado con periodistas, con "vaticanólogos", gente que sabía del tema.
De esto, de lo que hablan, han pasado muchos años, llegan muy
tarde.
Sí, pero hace poco los habitantes del pueblo donde vivía Albino Lucciani pedían
la autopsia. La gente se acuerda.
También hace unos días, la URSS protestaba a los Estados Unidos
por la difusión de unas declaraciones de un exagente del KGB que
acusaba a su antigua empresa de estar detrás del atentado que sufrió
el actual Papa.
En la obra, la URSS tiene el papel de hacerle ver al Albissimus lo que pasa.
Marcinkus es lituano, de una república báltica de éstas, es anticomunista y
puede que la URSS... Todo puede ser.
Puesto en el lugar del Albissimo Master, ¿hay cosas que es mejor no
ver?
Sthendal miró una vez por el ojo de la cerradura y vio que su mujer le ponía
cuernos con un amigo suyo. A veces lo mejor es no ver. Además, agachados, es
un poco incómodo.
¿Creen que el Albissimo no murió en paz?
Estaba rodeado de malas vibraciones. Quiso arreglarlo todo y entró a saco. Creo
que tenía la voluntad propia de morirse al ver tanta podredumbre.
¿No es mejor muchas veces que la verdad no se sepa, que , al fin y al
cabo, la vida y la muerte van demasiado unidas y que romper la
incertidumbre sería quitarle el encanto a una historia de la que, por
otra parte, ustedes se aprovechan para hacer teatro?
Nosotros no nos decantamos hacia ningún lado. Hacemos un apunte. Lo que me
pregunto es qué hubiera pasado si este hombre viviese; un hombre humilde y
bueno, que quería que la Iglesia fuese la de Pedro, la Iglesia de los pobres, que
quería dejar el Vaticano a una institución benéfica internacional y pública e irse
a vivir a un arrabal de Roma. Esto también es una incertidumbre.