Premiere the 8th december 1974 at Polideportivo Anoeta (San Sebastián)
Shown until the 26th july 1976.
Àlias Serrallonga is a one-act story/legend dealing with the 17th century Catalan outlaw Don Joan de Serrallonga. It is a mime and pantomime production with text, dances and popular songs. The action is set:
Joan Sala, “alias” Serrallonga.
Born in a large farmhouse ‘ La Sala’ in Viladrau (Montseny) in the year 1594.
During the period in which Serrallonga lived, Spain was ruled by Phillip IV, from the House of Asturias, under the dominant influence of El Conde-Duque de Olivares. Catalonia, governed by different viceroys who were placed and controlled by the king, was undergoing a difficult period despite the flow of gold from the Americas, which passed through the country on its way to Genevan banks to finance the battle for prestige between Italy and Flanders. Poverty, plague, hunger and discontent were the order of the day.
The phenomenon of banditry, a product of the times, won’t let the viceroys rest and they retaliate brutally with a bloody repression which eventually culminates in the famous revolution of the ‘Segadores’ on the day of Corpus in 1640.
Joan Sala, till then a simple peasant from Viladrau, marries the 24 year old pubilla (an unmarried heiress) Margarida Serrallonga and goes to live in the masia named after his wife in the heart of the Guilleries, inhospitable country ideal for hideouts.
Serrallonga, after a few scrapes with the law, throws himself into the life of the outlaws, whose indisputable head he becomes for the next seven years. He captains a pack of bandits with whom he manages to escape all manner of pursuits, being peasants they know the countryside well and are supported by numerous and important informers.
Robberies and crimes reach their hundreds but in the end the brutal application of the law of the viceroys hunts down, one by one, the more important members of the band, who nearly all end up executed as an example to the public.
This is when the process of Serrallonga’s decline begins as he ends up alone, stealing from the wooden huts of shepherds, followed only by his beloved Joana and his dog. He meets Joana Macissa, his last love, in this final period of misery and it forces him to continue stealing and killing until they become prisoners. After a trial and cruel torture he is executed in Barcelona in a grand ceremony in 1634.
Great poets and playwrights begin to tell of his adventures, most of the time turning him into a noble and honourable figure, in love with a Joana of high social status, completely distorting the image of these popular characters.
Despite the fact that this bandit seemed to do nothing but work for his own benefit, having no political motivation, it’s evident that some parts of his life remain obscure, such as the process of his trial, leading to the suspicion that not all his criminal activities were for his own personal gain.
The summer of ‘74 was splendid: our hopes for the imminent demise of the dictator opened up visions of a wonderful future for our generation, and the work on the outlaw emerged like a cry for freedom from all tyrannies. Starting with a story from the 17th century, we encouraged the audiences to make a contemporary interpretation of the events and the Catalans were still capable of evincing that effervescent solidarity. We felt happier than ever, unaware of ominous storm clouds gathering.
Memòries d’un Bufó, Albert Boadella
Albert BOADELLA
Pau CASARES
Marta CATALÀ
Anna Rosa CISQUELLA
Víctor MARTÍNEZ DE LA HIDALGA
Núria NEBOT
Fermí REIXACH
Gabriel RENOM
Elisa CREHUET
Glòria ROGNONI
Ferran RAÑÉ
Jaume SORRIBAS
Director: Albert BOADELLA
Escenography and costumes: Fabià PUIGSERVER
Music: Pau CASARES
Set space: Els Joglars
Alias Serrallonga una reflexión sobre Cataluña y los
catalanes
Destino
04/01/1975
Xavier Fàbregas
Alias Serrallonga es una reflexión sobre Cataluña y los catalanes; no una
reflexión ensimismada sino una reflexión dinámica a partir de la cual explanar
unos sentimientos que culminan al fin, en el sarcasmo. Ya que el sarcasmo sirve
a Els Joglars de revulsivo y de definición, a la vez, ante una peripecia colectiva,
la nuestra, hecha de quejidos, justificados los unos, muestra de una ineficacia
secular y congénita los otros.
En Alias Serrallonga la figura del bandolero aparece envuelta en una serie de
elementos populares – la música, los gigantes, los cabezudos, etc.-, ya que en
realidad es él mismo quién se ha convertido en un elemento más de los signos
identificadores de una cultura. Dentro de dicho contexto hay que considerar la
actuación del bandolero y de sus hombres, a fin de entender su dialéctica con el
poder constituido, un poder lejano y extraño que no brota del país, sino que
gravita sobre él. Para decirlo con otras palabras: los campesinos del siglo XVII
constituyen una sociedad sin órganos de diálogo que ha de enfrentarse con un
poder absoluto, “providencial”; breve, una sociedad que queda inerme, ante
unos métodos de explotación que le son aplicados desde fuera. La única
alternativa del campesino, una vez el hambre ha destruido los hábitos de
sumisión y de rutina, es la hostilidad abierta, el desafío contra el poder, o , si se
ha de ceder, la instrumentalización a las órdenes del poder, el convertirse en
una herramienta de represión.
En Alias Serrallonga podemos distinguir unas etapas sucesivas, si es que nos
decidimos a simplificar la riqueza de ingredientes que lo componen y que en
realidad le conceden su atractiva complejidad. En una primera etapa la sociedad
agrícola se autoabastece, sin advertir que su esfuerzo colabora a sustentar las
fuerzas que frenan el progreso y que acabarán por hundirla; un segundo
momento viene definido por la falta de bienes necesarios y por la insurrección;
la tercera etapa nos ilustra sobre los mecanismos de represión y nos sitúa ante
dos mundos que mutuamente se excluyen; finalmente el tono épico que parece
adquirir el espectáculo viene quebrado por la irrupción de un nuevo valor, que
rompe la dialéctica pueblo inmediato-poder lejano, a favor de un aplazamiento
del desenlace, facilitado por el egoísmo y la corrupción. En efecto, el turismo
será un recurso “providencial”, a fin de aplacar momentáneamente las
necesidades más urgentes; y el pueblo ayer rebelde se dejará expoliar
burlescamente representado por el strip tease de Joan de Serrallonga. En tanto
que símbolo, motivo de regocijo para indígenas y forasteros, sobre los
calzoncillos del héroe legendario capearán las cuatro gloriosas barras de la
enseña común.
En el sarcasmo vertido sobre el mundo convulso y vital de los campesinos y
bandoleros –dos vertientes de una misma manera de ser- aparecen los tonos
cálidos que dan la comprensión de un hecho entrañable; el mundo del poder,
representado por la corte de los Habsburgo, lo vemos en todo momento como
un mundo grotesco, de una negatividad radical. Al no mantener relaciones con
el pueblo el poder se convierte en una superestructura que sólo puede sobrevivir
si consigue llevar adelante su negación de la historia; y esta negación sólo puede
prosperar mediante la violencia sistemática.
La exposición precedente queda de un molesto esquematismo. El mérito de
Alias Serrallonga, lo que le convierte en uno de los dos o tres montajes teatrales
importantes que se han producido en este país de 1946 hacia aquí, consiste en la
abundancia de sus elementos; una abundancia de la que, de manera
espontánea, se desprende una manera de entender y contemplar la vida propia
de los parajes en que vivimos. Las simplificaciones a que hemos procedido son
una labor posterior que uno puede realizar después de haber contemplado el
espectáculo; simplificaciones, sin embargo, que éste supera de manera generosa
y amplia.