Operació Ubú

THE PLAY

Premiere the 30th january 1981 at Teatre Lliure (Barcelona).
Shown until the 7th June 1981

Words of tribute to Alfred Jarry and “Doctor Oriol”

On the night of 10th December 1896, the spectators who attended the first showing of Ubú Rei, in Paris, opened their eyes in disbelief, having heard an imposing MERDRE! launched from the stage, followed by a strange dislocated farce with absurd dialogues and inexistent morals. It was more than that ‘hygienic’ audience could bear and they bellowed with indignation. As expected, few of the unsuspecting audience realised that they were attending a performance which was to mark a transcendental line in the future of contemporary theatre. Since then, the character invented by Jarry has had a long career in prostitution for the most diverse of purposes. This is probably because Ubú is everything and nothing in particular, because he has no era, no place, no history.

Transferred to today’s reality, he could be Amin or Bokassa but why not Giscard or the office manager? He was also the teacher at little Jarry’s school and later transmuted into the character he had created.

There’s no doubt that today’s audiences would quite calmly accept the once outrageous performance of 1896. These forms have been accepted to the point that even if kilos of Ubú-MERDRE were tipped onto the audience, it wouldn’t be a surprise. In any case, the Public Health Department would be the only problem.

Ubú, however, has continued to survive. Maybe the majority of mankind is potentially an Ubú, with the exception of Hamlet, Segismundo or Manelic. From time to time one of these little men become uninhibited, display their personal Ubú, set up judicial apparatus, ministries, armies etc… and we start dancing for them!

This must have been the line of reasoning followed by Dr. Oriol when basing his psychodramatic therapy on this broad character, bringing out the great quantity of unconscious Ubú which the ‘Supreme’ carry inside so that by manifesting it in the clinic or on stage we save him from suffering in reality. It is certainly a task of civic-mindedness.

I’m convinced that a similar treatment applied to Hitler by a Dr Oriol of that time would have given a positive result for the whole of humanity. Of course, the principles of improvisation would have been different.
Perhaps a hundred or thousand lamb chops a day, disguised a Jews, which the patient could busy himself with, by roasting them in the oven; naming him professor of art and letting him touch up Picassos, Goyas, Vermeers with black paint.

In short, as expensive as those sessions could be, taking into account the price of the meat and the price of the original paintings, they could never compare with the price the world paid for this omission.

If ‘Dr Oriol’ cured his patient with Ubú and we try to reproduce those sessions today with our ‘patient’ spectators there will be no doubt that Ubú continues to be useful. It’s probably just a matter of changing some details but I’m sure that in 1981 Jarry would know how to find the right ingredients to make a present day audience stand up with indignation. It could be, then, that it isn’t Ubú but Jarry’s own personal attitude that has endured the test of time and above all what we still need to stop us from dying of boredom.

Albert Boadella

Cast and production list


Actors

Jesús AGELET
Anna LIZARAN
Joaquim CARDONA
Pepe RUBIANES
Imma COLOMER
Antoni SEVILLA
Joan FERRER
Jaume SORRIBAS
Lluís HOMAR

Production team

Director: Albert BOADELLA
Assistant director: Glòria ROGNONI
Scenography: Fabià PUIGSERVER
Set space and costumes: Fabià PUIGSERVER
Costumes design: DINO IBÁÑEZ
Set space and costumes: Isabel ABELLAN
Electricity: Xavier CLOT
Mechanical equipment: Joan PONCE – Domingo SAN

Espectáculo producido por el Teatre Lliure de Barcelona y únicamente representado en este teatro.

IMAGE GALLERY

PRESS

PSICODRAMA EN ESPAÑA

Publicado en diferentes periódicos el 26 de abril de 1981

Al mismo tiempo que el teniente coronel Antonio Tejero y sus doscientos
guardias civiles irrumpían en el Palacio de las Cortes de Madrid, para
protagonizar el tremebundo espectáculo que, gracias a la televisión, ha dado la
vuelta al mundo, en el antiguo y popular barrio de Gracia, en Barcelona, un
grupo de actores del Teatro Lliure interpretaba ante un público más reducido -
pero no menos hechizado por lo que veía- una farsa concebida y montada por
Albert Boadella: Operación Ubú. Por casualidad, me tocó ver con diferencia de
horas la grabación de lo ocurrido en las Cortes madrileñas y la función catalana.
Las imágenes de ambos sucesos han quedado estrechamente asociadas en mi
memoria en una relación que, estoy seguro, ella sí no tiene nada de casual.
La captura del gobierno y de los parlamentarios españoles por ese pelotón de
hombres armados, que zarandean a un anciano valeroso, obligan a toda la
dirigencia política civil del país a ponerse a cuatro patas y la amedrentan con
ráfagas de metralleta y ni siquiera atinan a cortar los micrófonos de las
radioemisoras y los cables de la televisión que revelarían al mundo su
anacronismo y brutalidad, fue, -excluida toda consideración de orden político,
juzgando la forma del suceso- un hecho de una contundente teatralidad. No un
drama ni una tragedia, desde luego; una farsa de subido color melodramático, y
de una dislocación y desmesura parecidas a las utilizadas por Boadella para
burlarse rebelesianamente de las costumbres e instituciones catalanas (sobre
todo) de la propia Presidencia de la Generalitat.
La diferencia entre ambas farsas es que la que tuvo como héroe al teniente
coronel Tejero fue mediocre y poco creíble, por su vulgaridad y simplismo, y la
del Teatro Lliure totalmente convincente y verídica por su creatividad y el
refinamiento intelectual y la pericia artística con que ha sido escrita y ejecutada.
¿Puede concebirse una representación más esquemática y de simbolismo más
rudimentario que la que tuvo por escenario a las Cortes? En cualquier teatro
hubiera provocado el bostezo y la risa por su irrealidad. Es verdad que en
España -se hubieran dicho los espectadores- coexisten dos tendencias. Una,
inmensamente mayoritaria, como lo han mostrado todas las consultas
electorales, favorables a la democracia y a la libertad, al sistema constitucional y
a las formas abiertas y tolerantes de vida y pensamiento que caracterizan al
occidente europeo, y otra, ínfima en número, rezagada, oscurantista, aturdida
por los cambios que ha traído consigo el postfranquismo, que se empeña
absurdamente en retroceder el reloj de la historia y se niega a ver que la España
de hoy no es ya la de hace medio siglo -una sociedad subdesarrollada- sino un
país moderno, cuyas estructuras sociales, económicas y culturales han
evolucionado hasta el punto de ser absolutamente inconciliables con la
dictadura vertical, paternalista y castrense que añora.
Los críticos hubieran crucificado unánimes al infeliz autor de la farsa
(ignominiosa mente titulada, sin duda, "Las dos Españas" o "Civilización y
Barbarie") por haber fantaseado un episodio tan crudo para describir el
conflicto entre aquellas dos tendencias. Es demasiado demagógico e inocentón
enfrentar, en el recinto de las Cortes, a la España civilizada, libre y culta que
encarnan estos civiles elegidos por los españoles en elecciones impolutas y a la
España retrógrada en un puñado de uniformes destemplados, matonescos y
pistoriles, hubieran dicho.. Aunque el antagonismo existe, resumirlo en un
episodio tan chabacano y caricatural, en el que ni siquiera nos han sido
ahorrados los puñetes, las palabrotas y la sintaxis cómica de los golpistas ("Se
siente, coño, señor Suárez") es desnaturalizarlo en su forma y en su esencia,
abstraerlo en un esquematismo tan rígido y arbitrario que pierde todo contacto
con la realidad que pretende dramatizar y lo que, en verdad, llega a mostrar no
son los conflictos políticos de España sino los prejuicios ideológicos y la
indigencia creativa del autor. Las cosas no suceden en la vida real como en esa
torpe copia del peor realismo socialista.
¡Qué diferencia con la sutil y hermosa sátira pergeñada por Albert Boadella y ese
conjunto excepcional de actores del Teatre Lliure! Como (injusticia flagrante)
un número infinitamente más modesto de espectadores ha disfrutado de ella
que de la otra, es preciso resumir su argumento. Un alto personaje político de
Cataluña ."el Excelso"- aquejado de un tic en la cara que estropea sus
presentaciones públicas, se pone en manos de un psiquiatra, el doctor Oriol,
seguidor de las teorías terapéuticas del rumano Jaooc Levy Moreno, el inventor
del Psicodrama, para quien el cuerpo y el gesto deben unirse a la palabra en la
expresión cabal de la realidad psíquica del paciente.
El doctor Oriol induce al Excelso y a su esposa a interpretar, bajo su dirección y
con ayuda de un grupo de "egos auxiliares", una serie de psicodramas en los que
el político debe identificarse con Ubú, el déspota absoluto de Alfred Jarry.
Reticente y angustiado al principio, el Excelso termina por personificar, con
total plausibilidad y evidente placer, al sanguinario Ubú, dando libre curso a sus
tendencias reprimidas que, en las sesiones psicodramáticas, afloran
irresistiblemente por sobre su apariencia de hombre suave, educado, idealista,
laborioso y pacífico. Embocado en la máscara y la panza de Ubú, ese dechado de
perfección da cuenta, alegremente, de monarcas, capitalistas y militares, usurpa
el solio pontifício y hasta la divinidad. Su frenética ambición de poder, riqueza y
gloria, libre de los frenos conscientes, se desparrama a chorros en la acogedora
impunidad de las sesiones que inspira la batuta del doctor Oriol.
Lo que en las Cortes faltaba, aquí, abunda: el matiz, la sutileza, la complejidad,
la ambigüedad. Todo aquello que, precisamente, nos persuade de la "realidad"
de una obra literaria. En Operación Ubú los hechos ocurren simultáneamente
en distintos planos y su naturaleza se modifica según la perspectiva desde la que
se los juzga. En un sentido, se trata de una acerba crítica de la visión parroquial,
mezquina, auto-complaciente que tiene una cierta clase social catalana. En otro,
de una llamada de atención, de corte libertario, sobre los peligros del poder y los
cataclismos que puede provocar si no se lo mantiene siempre circunscrito y
vigilado. Y, en otro, de una aguda recusación del psicoanálisis en general y del
psicodrama en particular, cuyas limitaciones e ingenuidades muestra
gráficamente. En última instancia, es posible sostener que el tema central de
Operación Ubú no es político sino el propio teatro, una exploración de las raíces
que en el fondo más secreto de la personalidad tiene esa voluntad de
representar que es tan antigua como la sociedad. A diferencia de lo que le ocurre
viendo la versión televisada del suceso de las Cortes, ante, ante un espectáculo
como el de Boadella el espectador tiene la certidumbre de tocar la verdad y la
vida.
¿Qué conclusiones sacar de esta comparación? Por lo menos una, que ya
sabíamos, pero que conviene recordar pues, a pesar de tantas pruebas en
contrario, muchos aún niegan: no son las obras más logradas artísticamente las
que mejor "reflejan" la vida, sino las mediocres y fallidas. La vida, la realidad,
son mala literatura.


El Periódico. Gonzalo Pérez de Olaguer

Operació Ubú es algo sano, medido y potenciado para reírnos –Boadella el
primero- de muchas cosas. ¿Es ello siempre lícito? Ahí está la polémica. Yo les
recomiendo el espectáculo totalmente.


Noticiero Universal. P.G.

Joaquim Cardona, Ubú ha estudiado hasta el último repliegue a su víctima y
Anna Lizarán es un personaje espléndido en la mujer del presidente. El resto del
equipo mantiene un nivel extraordinario de matices –los personajes populares,
mujeres de limpieza, guardaespaldas y funcionarios son perfectos y
agradecidos-. Buen ritmo, un gag final impagable, una obra que deja el país en
calzoncillos a través de desmontar sus instituciones. Hubo polémica en el Teatro
Lliure en el entreacto y seguramente mucha más al finalizar el espectáculo, con
todo su desmadre tan típicamente boadelliano. Una obra para ver sin prejuicios
y que toda la oposición política disfrutará a rabiar. Lo que no está nada mal.


Hoja del lunes. Salvador Corbero

...las gentes del Lliure, con Boadella a la cabeza, se han lanzado al desmadre más
absoluto, pero manteniendo siempre claras las líneas caricaturescas sobre las
que se apoyan, por más que subrayen una y otra vez la autenticidad de esas
reacciones y dejen los trazos, por muy gordos y recargados que sean, limpios de
borrones y tachaduras. Y así, el espectáculo escapa muy pronto de todo tipo de
limitaciones, y obliga al espectador a lanzar una tras otra carcajadas continuas,
aun cuando muchos de los conceptos vertidos en la escena hieran íntimamente
algunas de esas inmutables ideas que atesora cada individuo en particular.


Excels Boadella

El Periódico. Margarita Rivière

Esta Operació Ubú es como un espejo que ponen delante para que
comprobemos nuestro estado de salud. La imagen que nos devuelve el espejo
supera el mundo de lo fantástico para convertirse en hiperrealismo abierto:
nuestra salud mental se mide en la carcajada que es capaz de provocarnos. Al
genio de Boadella y sus compañeros habrá que agradecerles la oportunidad que
nos han dado de ejercitar la inteligencia.